Cae la lluvia en la ciudad. Finas gotas intermitentes convierten al suelo en espejo. Se transforma el panorama y el tranvía se vacía.
Los paraguas vuelven a escena, y como elementos inhabituales que son, resultan incómodos para todo el mundo.
Un mundo que aunque feliz, paraliza sus actividades en la calle. Ahí se demuestra que somos un país de sol. Todo gira en torno al buen tiempo. Pero, ¿de qué manera buen tiempo? De manera que, qué manera de,...
Y así, en días como estos, nuestra filosofía de vida, se detiene. Las hojas empapadas del otoño obstaculizan los raíles. Las obras, tanto faraónicas como banales, se detienen. El mercado de los jueves queda desmontado. Las goteras aparecen en cualquier edificación; y la calle, ya desierta, reclama atención.
Ahora, el cielo se va destapando. Tímidamente va apareciendo el sol.
El fantasma de la lluvia ha desaparecido.
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