Hay lunas que sólo se pueden contemplar desde París, mientras la Torre Eiffel te ofrece su luz y el Sena su reflejo. Es el sueño de la belleza iluminando la fantasía...
Ahora también contemplo pensativo el recuerdo que me brindan las mujeres parisinas mientras discurre en mi el sabor del expreso, del movimiento que ofrece este universo manteniendo un regusto amargo y diverso de razas, culturas y llamadas alocadas a un sinfín de miradas de las que estoy preso. Y aunque quiero, no puedo obviar su recuerdo, sumergido en un mar de suspiros, mezclado con el lamento del sentimiento que nunca podrá estar en mis brazos.
Y así, toma el verano en París un agosto, donde se cruzan líneas que nunca se tocan y se prende la mecha de una esperanza blanca quemándose poco a poco con la llama del olvido.
Pero volveré y seguiré soñando con su aroma, mientras espero el día en que una dulce mirada me acompañe entre sus calles.
Ahora también contemplo pensativo el recuerdo que me brindan las mujeres parisinas mientras discurre en mi el sabor del expreso, del movimiento que ofrece este universo manteniendo un regusto amargo y diverso de razas, culturas y llamadas alocadas a un sinfín de miradas de las que estoy preso. Y aunque quiero, no puedo obviar su recuerdo, sumergido en un mar de suspiros, mezclado con el lamento del sentimiento que nunca podrá estar en mis brazos.
Y así, toma el verano en París un agosto, donde se cruzan líneas que nunca se tocan y se prende la mecha de una esperanza blanca quemándose poco a poco con la llama del olvido.
Pero volveré y seguiré soñando con su aroma, mientras espero el día en que una dulce mirada me acompañe entre sus calles.
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