Mi alimento es su sonrisa,
sueño de terciopelo rosa,
reflejo de mi alma libre,
ola de mar turquesa.
Palabras libres e infinitas,
ojos de un cielo inmenso,
vestidas de arlequines
sonriendo al destino.
Donde el tiempo es ágil,
el presente desmonta fantasías,
curiosos pedazos agarrados,
removidos por el azul del cielo.
Y no sé si alcanzaré tu dulce sombra,
tu caricia alrededor de mi cuello,
sumergido entre el sueño perdido,
dormido entre corazones de libreta.
El río vuelve a su cauce primario,
la soledad y la distancia se unen,
y en un suspiro rastrero se devoran
en miedo de una catarata de desilusión.
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