El aire movía naranjas azulejos,
capiteles industriales mojaban ausencias,
mi familia anclaba pétalos en marjales
gracias a pantanos franquistas
y Frigo Pies.
Imágenes en blanco y rojo pintaban silencios.
Pirámides medievales
sustraían sonrisas
que sudaban cuentas y gachas.
La envidia rezaba costumbres
- animales que nunca llegaron a soñar -
mulos para el sr. Ingeniero
e ingenio para el don nadie agricultor.
Repeticiones temporales a merced de una veleta enquistada
cuyo tramontana era hielo;
poniente: horno de aliagas;
levante: estrías tejidas;
y sur: levadura de calor.
La condición
amasaba mendrugos felices
y dejó
como desafío
a una gota sublime
emerger
entre tanta rama antigua:
mis manos y pies
se lanzaban
al infinito.
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