Mi arco iris

¿Quien no ha visto nunca una arco iris?

Yo este verano he reconocido una más preciosa que el formado por colores.

Ésta tiene personalidad,
tan mágica que te puede transmitir mil y uno escenarios sólo con su mirada,
tan sensible que cuando te abre su corazón puedes sentir sus emociones,
tan libre que puede arriesgarlo todo por alcanzar sus sueños,
tan bella que sus colores cambian según el estado de su imaginación.

La conocí tiempo atrás, pero sólo en momentos breves podía alzar la vista, viendo como se perdían sus colores detrás del sol. Y cuando intentaba seguirla, había ocultado su rastro.

Este verano, cuando yo había perdido el calor del sol, y la luna me había olvidado, la reencontré. Ella estaba conversando sobre el arte de plasmar la luz sobre papel. Y hablando de reflejos, dirigí mi mirada al cielo, y la vi. Sus colores eran tenues, pálidos, suaves.

Empecé a recorrerla detenidamente, y sus inicios eran definidos, fuertes, vibrantes, pero conforme seguía su estela, ésta se difuminaba lentamente. Pero yo quería saber hasta dónde alcanzaba, tenía la ilusión de ver su imagen completa. Y sabía cómo lograrlo.

Cada momento en que la lluvia y el sol se juntaban, yo la buscaba. Así aprendí a dónde encontrarla. Cada vez que la percibía, intentaba divisar un poco más de su belleza. Y adiviné cuál era su destino. Pero ella, había olvidado su mayor virtud: su fuerza interior.

Ahora, todavía le falta recobrar parte de su fuerza, pero va por buen camino. Y después de cada tormenta, le acompaño un poco más en su camino para alcanzar su sueño, su destino, su anhelo último.