miércoles, marzo 03, 2010

El altar

Una diosa me espera en su altar,
se encuentra sola, amargada y desligada,
necesita ser adorada y venerada
por la luz del candil del peregrino.

Los rayos del tiempo están lejos
del templo construido por su señor,
las sombras del pasado son crueles,
la pesadilla de su memoria peor.

Debe volver a encontrar su corazón
pues su figura está rota, destruida,
desgastada por todas las peticiones
dependientes de miles de seres
y de su origen propio de musa.

Ha de transformarse otra vez en persona
para alcanzar el mar de sus deseos
olvidarse de su fantasma de pena
y embarcarse en el barco del destino.

Sólo de esa manera podrá ser feliz.

Para entonces el peregrino ya no estará allí
habrá vuelto a emprender su camino
en dirección hacia otro país perdido.

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