canta canciones de lluvia ácida,
alimenta mariposas tintadas de petróleo,
dibuja corazones de chinos multiusos.
Larniak rodea una calle con pegatinas de Dragon Ball.
Tras un charco del Lobo Estepario
encuentra Manuela jugando a Scrabble
y sueña con los felices años 20.
Con 100 mentiras bailando Libertango
se destrozan Manolos de-usar-y-tirar,
reciclaje de fast-russian-food
a la hora de cenar en Malasaña.
Larniak sueña escritos con mercromina
por impactos de velas de fisión:
Fukushima como condado de hobbits
y Chernobil, tu jardín de infancia last-minute
Larniak invierte en bonos de tiempo caduco
para capitalistas hiper-tecados en emociones,
ahorra besos en cloroformo,
vende orgasmos congelados en la hoguera.
Larniak es un reflejo de medicamentos de vecindario
esnifando...
Sálvame!
Cuéntame!
Gran Hermano!
¡No lo sé
¡No puedo
¡Soy solo conocido
inyectándose publicidad de Ariel
excitada con la blancura del dinero
seducida por Calvin Klein
cantando un gol a cambio de hijos.
El futuro nunca vuelve en las dictaduras del poder
el presente es una roca inerte
y el pasado pertenece a dinosaurios de museo.
Larniak, el agujero de gusano cuántico,
recita versos en el Punto Omega.
Nadie tiene importancia:
el tiempo ha muerto por inanición.
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